El Microcuento

Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Un microcuento no se escribe: se talla.

Cuando lo lees, no hay espacio para lo superfluo. Cada palabra pesa, cada silencio resuena. No es un relato en miniatura, sino un universo completo que cabe en un suspiro.

Esa precisión no es casual. Se logra con oficio.

«El microcuento» no se trata de contar menos, sino de sugerir más. De que cada frase sea un latido, cada imagen un abismo. Que el principio encierre el final, y que el final reverbere en el lector mucho después. Es un relámpago que ilumina todo el paisaje.

En esta lección descubrirás cómo cincelar historias que, en apenas líneas, contengan mundos. Aprenderás a elegir el detalle que lo dice todo, el giro que trastoca la realidad, y el silencio que habla más alto que las palabras. Porque en el microcuento, lo que se omite es tan poderoso como lo escrito.

Un buen microcuento no termina en la última línea: comienza ahí.

Un microcuento no es una historia pequeña: es una historia condensada. No se trata de amputar palabras hasta dejar un esqueleto, sino de destilar la esencia hasta que cada sílaba brille con luz propia. Es un relato que funciona como un huevo de Fabergé: minúsculo en tamaño, infinito en detalle.


1. ¿Qué hace único al microcuento?

  • No es un resumen: Un microcuento no es la versión recortada de una novela. Es un organismo completo que nace ya breve.
  • No es un chiste: Aunque puede ser humorístico, su objetivo no es solo hacer reír, sino resonar.
  • No es un poema en prosa: Prioriza la acción sobre la emoción lírica.

Ejemplo clave:
«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí» (Augusto Monterroso).

  • Acción mínima: Un despertar.
  • Sugerencia máxima: ¿Es una pesadilla? ¿Un viaje en el tiempo? ¿Una metáfora de lo arcaico?

2. Los pilares del microcuento

a) El detalle revelador

No describes una casa en llamas; describes el humo que dibuja sombras en la pared del vecino.

Ejemplo (Hipólito G. Navarro):
«El día de mi cumpleaños, mi sobrina me regaló un bonsái y un libro de instrucciones para cuidarlo. […] En uno de los otros tiestos, a lo lejos, hoy me ha parecido ver la figura de un mamut.»

  • Detalle clave: El mamut en el tiesto. Con una palabra, Navarro sugiere un ecosistema en miniatura y una inversión de escalas.
b) El giro que trastoca

El microcuento suele pivotar sobre un quiebre que subvierte la realidad.

Ejemplo (Frederic Brown):
«El profesor Jones había trabajado en la teoría del tiempo […] Final el.»

  • Giro: El texto se lee hacia atrás, imitando el viaje temporal. La forma refuerza el fondo.
c) El silencio elocuente

Lo no dicho es tan importante como lo escrito.

Ejemplo (Eduardo Galeano):
«Una mañana nos regalaron un conejo de Indias […] temblando del susto de la libertad.»

  • Silencio: Nunca se explica por qué el conejo no huye. El lector completa la metáfora: el miedo a lo desconocido nos paraliza.

3. Texto ilustrativo: «La última página»

La bibliotecaria encontró el libro en la sección de obras perdidas. Era delgado, con una cubierta de piel gastada. Lo abrió al azar:

«Él caminó hasta el acantilado. Las olas rugían treinta metros abajo. Respiró hondo. Y entonces…»

Las siguientes páginas estaban en blanco.

Intrigada, buscó el final. La última línea decía:

«Si estás leyendo esto, ya salté.»

Cerró el libro de golpe. Al día siguiente, alguien lo había devuelto a su sitio.


¿Por qué funciona?

  • Economía: No hay descripciones del personaje o el lugar.
  • Giro metaficcional: El libro dentro del libro interactúa con el lector real.
  • Silencio: Las páginas en blanco invitan al lector a imaginar el salto (¿físico? ¿metafórico?).

Consejos para tallar microcuentos

  1. Empieza por el final: Saber el desenlace te ayudará a eliminar lo superfluo.
  2. Juega con el formato: Un diálogo, una lista, un mensaje encontrado (como en La última página).
  3. Prueba el «método iceberg»: Muestra el 10% de la historia; deja el 90% bajo el agua.
  4. Lee en voz alta: Si una palabra no aporta, elimínala. En menos de 200 palabras, cada una debe justificar su lugar.

El microcuento es el arte de la insinuación. Como dijo Monterroso: «El microcuento no se escribe: se descubre». Tu tarea no es inventar una historia, sino encontrar la grieta por donde asoma un universo entero.